VIVA JUJUY- LOS TEKIS

viernes, 30 de octubre de 2015

Carnaval de Jujuy









Carnaval de Humahuaca





    Es una celebración popular, que se realiza al comienzo de la cuaresma (40 días antes de Semana Santa), en la zona de la Quebrada de Humahuaca.

  El carnaval se fusionó con rituales nativos destinados a celebrar la fecundidad de la tierra y a honrar a la deidad de la Madre Tierra, la Pachamama, por los bienes recibidos. Se trata de una versión breve y adaptada de la festividad peruana del Kapaj Inti Rami, que se iniciaba en diciembre y finalizaba en marzo, en la cual se bebía, cantaba, comía y bailaba hasta el paroxismo.

   El festejo se inicia en cada comunidad con el desentierro del diablo, que simboliza la celebración, de una apachetan de piedras, representado por un muñeco de trapo que fue enterrado en el final del último carnaval. Los deseos reprimidos se liberan y durante el festejo se permite embriagarse sin recato, los preceptos morales son dejados de lado.

   Hay baile y música interpretada con instrumentos autóctonos como los erkenchos, las anatas, los charangos y bombos. Los habitantes se visten con trajes coloridos utilizando cascabeles y máscaras para disfrazarse; se divierten impregnándose la cara con harina y tirándose con talco y serpentinas mientras reparten ramitas de albahaca.

    Los dos jueves anteriores al carnaval los compadres se reúnen para celebrar el reencuentro, y al jueves siguiente llega el turno de las comadres, quienes se entretienen en divertidas copleadas relatando lo que les ocurrió a lo largo del año. El sábado de carnaval se juntan las comparsas.

    Dura ocho días: con el sol las comparsas concurren a las invitaciones, bailando carnavalitos por las calles, y a la noche se baila en los locales. El festejo termina el "Domingo de Tentación", con el "entierro" del Diablo, en un hoyo que representa la boca de la Pachamama, junto a cigarrillos, coca, serpentinas y chicha. Se prueban entonces platos típicos como empanadas, corderos, queso de cabra y bebiendo chicha y otras bebidas típicas.

En el pequeño poblado de Tilcara es donde este carnaval alcanza su máximo fervor.






Desentierro del carnaval 







    Durante el mes de enero y febrero el carnaval es el gran protagonista en Tilcara. En esta esperada época del año las polvorientas calles de Tilcara y de los pueblos vecinos, como Maimará, se visten de fiesta.

Pero lo primero que hay que hacer para comenzar los festejos es desenterrar al diablo del carnaval, un pequeño muñeco que imita a un diablo y que simboliza al sol, quien para los locales es el encargado de fecundar a la tierra (Pachamama).

Creencias y ritos populares, pero también muchas filosofías de vida propias, todo vale para divertirse. La fe religiosa se fusiona con las creencias populares y lleva a que en el centro y en los alrededores del pueblo comiencen los esperados y excéntricos festejos.

Porque el carnaval es eso. Descontrol, alegría, diversión y, por supuesto, fiesta que llega con el verano y con su época de lluvias. El agua abunda y vale mojarse, aunque sea de noche o haga fresco. Como una especie de bendición igual a la que genera un bautismo, mojarse en carnaval es una forma de purificación.

En toda la provincia de Jujuy, pero sobre todo en los pueblos que se alzan protegidos por la Quebrada de Humahuaca, los festejos han adquirido connotaciones bolivianas. Una de ellas es la presencia del diablo que, según creencias populares, baja de los cerros y se mimetiza de manera tan perfecta con los pobladores que es difícil saber quién es quién. Y, por sobre todo, quién se encuentra o no endiablado.

Los trajes coloridos a los cuales se le aplican espejos de todas formas y tamaños permiten, junto a las máscaras y a sus típicos cuernos, ocultar a cada uno de los que participan en estos festejos.

Ya no importa quién es quién, ni quién se encuentra detrás de la máscara. Es como si el diablo se apoderara de los cuerpos y los uniera en endiablados bailes en los que cada uno de los participantes recupera su identidad sólo cuando abandona su vestimenta.






El entierro del carnaval










En el norte argentino, el carnaval se celebra hasta los días finales de febrero.

Y así, el primer domingo de marzo siguiente al miércoles de ceniza es cuando el carnaval llega a su fin. Pero esta no es una despedida más.

Se trata de todo un ritual en el que los lugareños recorren, junto a algunos turistas, el centro de Tilcara y, lentamente, dejan detrás los distintos puntos del pueblo donde los participantes son convidados con ofrendas, mientras entre festejos y excesos se van alejando hacia las montañas a enterrar el carnaval.

¿Pero qué esto de “enterrar el carnaval”?

Un pequeño muñeco que representa al diablo es, a medida que transcurre la peregrinación, venerado por todos los presentes. Hojas de coca, chicha, alcohol, cigarillos, frutas y quesos de cabra producidos especialmente para este rito son ofrecidas en reverencia al diablo.

El ritual consiste en enterrar, tras la música típica, bailes y lamentos, al carnaval hasta el año próximo. Se lo hace por la tarde-noche y ante la mirada de pocos, ya que el lugar secreto que se elige para que el diablo descanse en paz no debe ser conocido por la mayoría. Sólo algunos son los privilegiados del año para elegir y cavar la fosa cerca de algún cardón o cactus.

Disfrazados también de diablos e invocando a la madre tierra (Pachamama), se canta, se grita, se baila, se hace ofrendas y finalmente se llora, porque hasta el año próximo los hombres vuelven a la rutina, al aburrimiento.

El próximo año, llegado el mes de enero, los elegidos se encargarán de desenterrar al muñeco diabólico para que la fiesta se apodere nuevamente de Tilcara, de sus montañas, sus calles y su gente. Como todos los años, como sucede desde siempre.












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